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Autoliderazgo

Seguro que me habrás oído decir que una de las virtudes esenciales del líder es la ejemplaridad, entendida no sólo como representar un modelo ético a imitar por sus colaboradores, sino como la capacidad y la voluntad de no mandar a nadie hacer lo que uno no estaría dispuesto a hacer.

Quizá la generalización del concepto de ejemplaridad sea el de autoliderazgo, entendido como la capacidad de influir y dirigir nuestras propias emociones y acciones hacia la consecución de un logro u objetivo.

Conectando ambos conceptos, si no somos capaces de liderarnos a nosotros mismos, difícilmente lograremos liderar a terceros.

Ahora el conocimiento del equipo se transforma más bien en un proceso introspectivo de autoconocimiento, identificando nuestras fortalezas, debilidades, visión, valores y principios y buscando la autoconfianza, que será el combustible imprescindible para autoliderarnos. Este proceso es común a la metodología de Resultados Ágiles.

Las fortalezas serán el ejército con que contaremos para el proceso de autoliderazgo. Son nuestros activos.

De igual forma, las debilidades serán los flancos débiles por donde podemos tener problemas. Son nuestro pasivo.

Nuestra visión nos ayudará a determinar las metas a conseguir y los valores y principios, rigiendo nuestra conducta, establecerán las reglas a seguir.

Al igual que en la dirección de proyectos, necesitaremos de una estrategia, normalmente construida sobre una secuencia de tareas y acciones, para lograr el objetivo y de una planificación del proceso, que nos guíe a lo largo del mismo y establezca fechas límite.

Igualmente deberemos servirnos de nuestra autodisciplina para perseverar en la consecución del objetivo y no ceder ante la adversidad.

Todo lo expuesto en mi libro Un Project Manager viene a visitarte y en esta web sobre las soft-skills resulta de aplicación, aunque ahora sea sobre ti mismo: análisis crítico, curiosidad, resultados alcanzables y medibles, perseverancia, optimismo, gestión de la incertidumbre, etc. Quizá cobren especial relevancia dos: la autogestión del tiempo y la priorización de objetivos. De otra manera nos perderemos en la maraña de excusas que nuestro cerebro teje para confundir lo que nos apetece hacer con lo que realmente es necesario hacer.

Si me permites una apreciación personal, te diría que antes de liderar a nadie debemos ser capaces de autoliderarnos a nosotros mismos. Sólo si hemos conseguido el necesario equilibrio para regir nuestras vidas, nuestras emociones y nuestros actos estaremos legitimados para influir en terceros.Si las palabras definen nuestras ideas, nuestro actos nos definen a nosotros. Y no lo digo yo, sino José Ortega y Gasset: “Somos lo que hacemos”. ¡Grande Ortega y Gasset

1 Comment

  • Sara Carrillo
    Posted enero 23, 2024 at 5:21 pm

    Gracias Rafael por la reflexión. Coincido en que la autogestión del tiempo y la priorización de objetivos eficiente nos llevará a fortalecer nuestro autoliderazgo.

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