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Carrera Profesional. Cuarto episodio: en qué consiste el viaje de la carrera profesional

Ya estamos trabajando en una empresa, que, si bien nunca será la de nuestros sueños, digamos que satisface razonablemente nuestras expectativas.

¿Qué procesos desarrollaremos a lo largo del viaje que es nuestra carrera profesional?

De forma primaria, adquiriremos destrezas técnicas y habilidades blandas.

Las primeras fruto de ese entrenamiento intenso y extenso que es el trabajo. 

Los estudiantes tendemos a mitificar aquellas asignaturas que nos costó mucho esfuerzo aprender. ¿Cuánto tiempo involucró dicho esfuerzo? En mi caso, llegué a calcular que la asignatura más dura de mi carrera (Variable compleja y geometría diferencial) me supuso del orden de 1.000 horas de aprendizaje, que me permitieron un manejo más propio de un profesor que de un alumno. Pensemos que una jornada promedio de 1.800 horas anuales casi duplica el esfuerzo citado. 

Malcon Gladwell en su libro “Fueras de serie: Por qué unas personas tienen éxito y otras no” afirma que para convertirse en un experto en algo debemos invertir 10.000 horas en su práctica. Pues bien, ese tiempo es el equivalente al de cinco años de práctica laboral. A partir de ahí, deberíamos estar en algún punto entre la experiencia y la excelencia.

Así que, querido Project Manager, olvídate de lo que estudiaste en la Universidad. De lo que realmente sabes es acerca de lo que trabajas.

En cuanto a las habilidades blandas y, de nuevo, a diferencia de lo que suele ocurrir en la Universidad, tu trabajo suele involucrar interactuar con “el otro”, término en el que englobo a tus compañeros, tus mandos, tus subcontratistas, tus clientes, tus proveedores y tus socios. Casi nada.

Y fíjate que este segundo aspecto de desarrollo es el que marcará, probablemente, tu futuro. Porque gente inteligente no falta. Pero gente que sea capaz de comunicar, de convencer, de influir, en resumen, de dirigir… amigo mío, eso es harina de otro costal. 

Fruto de esa interacción tendrás que desarrollar igualmente tu inteligencia emocional, entendida como tu capacidad de gestionar tus propias emociones y las de los demás. Siguiendo con el símil universitario, si entonces, al suspender un examen, podías culpar a los profesores, a la suerte o a las estrellas, ahora es diferente. Cuando algo vaya mal, cuando el resultado no sea el esperado, cuando tengas un conflicto con “el otro”, tendrás que asumir la responsabilidad. Créeme, todos los días tendrás problemas pendientes que llevarte a casa y a la cama. Ahí tendrás que desarrollar destrezas complejas: cómo practicar cortafuegos entre tu entorno y tú mismo; cómo apaciguar tus enfados, para no transmitirlos a los demás; cómo lidiar con un jefe o un compañero molesto, que te responsabiliza justa o injustamente. La casuística es infinita y nadie te ha enseñado a afrentarla. Es hora de desarrollar la inteligencia emocional.

A lo largo de tu carrera tendrás la oportunidad de asumir retos y responsabilidades crecientes, acordes con la maduración personal. No las rehúyas, aunque te hagan sentir incómodo o inseguro: será una seña de que estás saliendo de tu zona de confort. Entras en “territorio comanche”, que es el espacio donde madurarás aceleradamente. La repetición infinita de la misma acción te convierte en un experto en dicha acción, pero no en las demás. Así que, si quieres que la suma de años de práctica añada capacidades diferentes a tu panoplia de armas, tendrás que asumir riesgos.

Claro que, para afrontar esos horizontes desconocidos y brumosos, tendrás que tirar de voluntad, esfuerzo y perseverancia. Son los compañeros de viaje del talento, multiplicando sus efectos. Sin los mismos, el talento se diluye en la inanidad de la pereza.

Podemos considerar, finalmente, la carrera profesional, como el proceso de desarrollo de los profesionales como personas en una primera fase vital, capacitándolos para, en una segunda fase, poder convertirse en formadores de otros

Si el propósito que nuestro instinto y el ADN dan a nuestra vida biológica es la supervivencia de la especie humana a través de nuestros hijos, el propósito último profesional es aprender de los que nos antecedieron para ser capaces de formar a los que nos sigan, de manera que puedan superar nuestras metas. Así, igual que un padre nunca sentirá celos de los éxitos de su hijo, un profesional senior nunca debería sentirlos del joven al que ha formado, si es que éste lo supera. 

Por último, tu carrera profesional es un viaje relacional, donde podrás conocer a mucha gente de tu entorno: compañeros, proveedores, subcontratistas, clientes y socios. Aprovecha las oportunidades que tu trabajo te brinde para desarrollar relaciones y establecer alianzas. No sólo te enriquecerán, sino que también te podrán abrir puertas en el presente o en el futuro para oportunidades profesionales o de negocio.

Una regla de oro: trata a las personas por lo que son, no por dónde trabajan. Nunca saques ventaja de tu situación sobre nadie. Porque la vida está llena de sorpresas y es muy probable que vuelvas a encontrarte con la misma persona en una posición muy diferente. Siempre digo que la carrera profesional es como una mesa china giratoria, en la que los mismos actores pueden desempeñar distintos roles en la escalera de poder.

Además, precisamente la nobleza y generosidad de tu desempeño será la que labre tu prestigio profesional. Las personas sólo valoran positivamente el trabajo de otro si antes lo aprueban como persona. ¿O quieres que digan de ti eso de “es muy bueno como ingeniero, pero debería estar aislado”?

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