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Carrera Profesional. Quinto episodio: qué tienes que aportar

¿Por qué son tan pocos los que logran ascender a las mejores posiciones? ¿Qué los caracteriza?

La respuesta no es nada sencilla, pues son muchos los factores a analizar. En no pocas ocasiones es la suerte, el hecho de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, de conocer a las personas clave o cualquier otro elemento los que pueden resultar decisivos. 

Pero, como decía Picasso, “si llegan las musas, que te pillen trabajando”. No puedes esperar que la suerte te haga ganar la lotería si no compras los décimos, ¿no?

Pero no se trata sólo de trabajar, se trata de hacerlo de forma sostenida. Yo siempre digo que el esfuerzo mantenido en el tiempo merece un mayor reconocimiento. Todo el mundo es capaz de trabajar mucho una semana. Pero ¿y cuarenta años? Hummm… mucho tiempo, ¿verdad?

También es importante la tenacidad, que es la fuerza que impulsa nuestro propósito de continuar y no ceder ante la adversidad o la dificultad. Es decir, hay que trabajar mucho y hay que hacerlo sin desfallecer cuando las circunstancias no acompañan. Y cuando se fracasa, tenemos que recurrir a otra de nuestras virtudes mágicas: la perseverancia, que es la firmeza y constancia en la manera de ser y de obrar. La perseverancia es la que nos lleva a volver a intentar lograr aquello en lo que hemos fallado. Pero ojo, volverlo a intentar cambiando algo, porque si no, no es perseverancia, es obstinación.

Como las empresas tienden a querer sentirse muy seguras antes de promocionar a nadie, tendrás que cultivar tu paciencia, para saber esperar tu momento. Tendrás que demostrar muchas cosas antes de recibir tu compensación.

No menos importante es que muestres lealtad a tu empresa, tus jefes, tus compañeros y tu equipo. Sólo así serás apreciado. 

Con el desapego que las nuevas generaciones muestran a las empresas y los proyectos, cada vez es un problema mayor la fuga de talento de las empresas. Es un desastre que, tras invertir tiempo, energía y recursos en la formación de un profesional, éste se marche a la competencia, que tan sólo tiene que pagar un diferencial más de salario para conseguir lo que a la otra tanto le costó. Es por eso que tu empresa necesita saber que vas a ser leal. Es lo que se llama “sudar la camiseta”.

De igual manera, tu jefe se sentirá cómodo contigo cuando aprecie que le eres leal, que no juegas sucio y que puede confiar en ti. Si, además, observa que eres una persona apreciada por el equipo, lo vas a tener mucho más fácil. Cuantas veces he oído eso de “es muy bueno, pero no lo aguanta nadie”.

Muy asociada a la lealtad es la siguiente de las habilidades blandas de las que hablaremos: la interiorización de la cultura de la empresa. Cada empresa no sólo tiene herramientas (procedimientos y procesos) diferentes, sino que tiene un ADN único: la forma en que entiende el negocio, cómo desarrolla a las personas, cómo trata a los clientes, etc. Si quieres progresar en tu empresa, tienes que interiorizar y hacer tuya esta cultura. De nuevo, he visto a muchos excelentes profesionales frustrados en su puesto de trabajo, por no entender su empresa. Además, no entender a la empresa lleva a criticarla, lo que, a la larga te convierte en un trabajador tóxico.

Si bien es probable que la empresa te ayude en esta tarea, nunca olvides que eres el primer responsable de tu propia formación. En un mundo en el que lo único que permanece es el cambio, tendrás que permanecer vigilante ante las nuevas tecnologías, los nuevos enfoque sociales, los nuevos paradigmas. En los últimos 35 años, y olvidando la hipercambiante tecnología de la información, he visto acuñarse o popularizarse términos como el de control de calidad, ecología, estudios medioambientales y sociales, durabilidad, CAD, 3D, BIM, IA, machine learning, técnicas neuronales, control documental, PMO, resiliencia, sostenibilidad, inclusividad, etc. Procura tener una visión transversal de todos estos conceptos, fortaleciendo tu cultura general. Y, además, aumentar el conocimiento de las mismas según se acercan a tu área de conocimiento. Un Project Manager es un gestor técnico o un técnico gestor. Tanto monta, monta tanto, la técnica como la gestión. Si no estás al día en lo técnico, ¿quién impedirá que los próximos Jefes de Proyecto sean economistas o abogados con capacidad de gestión?

A la hora de enfocar problemas o conflictos, sé proactivo. Toma la iniciativa. Si te anticipas al evento al detectarlo como riesgo, podrás tener tu propio plan de contingencia. Habrás estudiado el impacto del evento, especialmente en términos de coste y plazo. Habrás analizado las alternativas posibles, desarrollando un estudio coste-beneficio, que permita discriminar entre ellas. Estarás en condiciones de proponer la mejor de las alternativas. 

En definitiva, sea antes o después de la ocurrencia del evento, sé parte de la solución, no del problema. Sé un “problem solver” y no un “problem maker”. Considera que tu jefe se ocupa de tus asuntos con una visión de mayor altitud y apertura de foco, pero con menos intensidad y conocimiento. Si tú dedicas días a analizar el problema que le vas a plantear y él sólo podrá dedicar unos minutos, ¿cómo esperas que encuentre la solución, por más experiencia que aporte? Créeme, los jefes valoran a los empleados que traen, con el problema, su solución. O soluciones, lo que además les da la oportunidad de participar en la elección de la solución óptima.

Quizá pienses que todo este elenco de virtudes es imposible de alcanzar. En efecto, es difícil ser sobresaliente en todas ellas, pero es asequible y alcanzable alcanzar un equilibrio razonable entre todas ellas. El ingrediente necesario es el tiempo. La experiencia y el entrenamiento permanente te permitirán ir mejorando tu desempeño.

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