Ya dijimos al inicio que tu compañero inseparable del viaje de tu carrera profesional es la empresa. Ya hemos visto qué aportarás tú. Ahora veremos qué puedes y debes esperar de tu empresa.
Igual que tus acciones definirán tu desempeño, la empresa quedará caracterizada por lo que te ofrezca. Si algo de lo que sigue no refleja a tu actual empleador, reflexiona acerca de ellos.
Seguro que lo primero en que has pensado es en el salario y llevas razón. Aquí hay que analizar dos cuestiones: la cantidad y la seguridad.
En cuanto a la cantidad, no olvides lo que mencionaba en el primer episodio de esta serie: el salario no sólo es dinero, sino muchas cosas más.
En cuanto a la seguridad, tu empresa debe crearte un ambiente de tranquilidad financiera. Debes tener la confianza de que vas a recibir tu salario cada final de mes, con regularidad y sin retrasos. Y de que lo cobrarás el mes próximo y todos los que vengas. Si los directivos te transmiten un mensaje similar a que “si quieres cobrar a final de mes, tendrás que…” ve pensando en cambiar de empresa. Volviendo al símil de la carrera como viaje metafórico, si la empresa te avisa que podéis despeñaros en la próxima curva, mejor será viajar en un medio más seguro.
Ten otra cosa en cuenta. La aprendí de uno de los buenos jefes que he tenido: la empresa considera saldados tus servicios cuando te los liquida a final de mes. Si piensas que la empresa te debe algo después de cobrar tu nómina, desengáñate, porque la empresa no piensa igual. Del mismo modo, sería una falacia que sintieras que le debes algo a la empresa.
Antes de que alguien me califique de desaprensivo, aclararé un poco el concepto anterior.
Es verdad que las relaciones son mucho más que una mera transacción. Pero esperar gratitud de una corporación es iluso. Y viceversa. Y digo esto porque las relaciones se construyen con personas, no con empresas. La empresa nunca te reconocerá deuda alguna, pero puede que tu jefe sí tenga en consideración tus aportaciones pasadas a la hora de equilibrar la balanza ante un eventual fracaso. De la misma manera, la relación de compañerismo que se establece entre los miembros de un equipo trasciende a la propia relación laboral. Todos sabemos que, al igual que algunos de nuestros peores enemigos se encuentran en nuestro puesto de trabajo, también encontramos allí a algunos de nuestros mejores amigos.
Para seguir con las aportaciones de la empresa, ésta debe permitirte trabajar con profesionales de primera línea. Cuanto mejor sea la empresa, mejores profesionales serán tus compañeros. Ellos serán tus profesores y su capacidad marcará el límite de los que podrás aprender hasta que seas capaz de superarlos. A lo largo de mi vida he encontrado compañeros tan valiosos que creo que merecería pagar por aprender de ellos, por lo que me sentía privilegiado al cobrar por estar junto a ellos.
La empresa igualmente debe aportar solvencia técnica en su ámbito de trabajo. Esto, que puede pasar desapercibido cuando se da, es una luz roja cuando no se da. Y no es nada raro: hay empresas que trabajan mal. No sólo no aprenderás allí. Lo que es peor es que aprenderás a hacer mal las cosas. Luego tendrás que desaprender todo lo aprendido, si quieres avanzar profesionalmente. Huye como de la peste de este tipo de empresas.
En algún caso he tenido que enfrentar la dirección de empresas con malas relaciones con sus clientes y con problemas de cobro. Todo ello eran síntomas de un problema más profundo: la empresa daba un mal producto. La solución a un problema de esta calibre pasa por una discreta refundación de la empresa, afectando al organigrama, a las personas y a los procedimientos.