El Project Management es la ciencia, para algunos, y el arte, para otros, entre los que me incluyo, que aborda cómo se deben dirigir proyectos.
Es una ciencia porque tiene muchos elementos de conocimiento estructurado, que permiten, manejados con destreza, mejorar la gestión de los proyectos.
Es un arte porque, siendo necesarios los elementos técnicos o científicos, no resultan suficientes para gestionar con éxito un proyecto. Para ello debemos involucrar habilidades interpersonales, experiencia y… ¡suerte!
Si quieres ahondar en el conocimiento del Project Management tienes dos vías esenciales.
La primera es la de la experiencia, que, siendo madre de la ciencia, es la vía más directa, y más dolorosa, para aprender.
La segunda vía, indirecta, más corta y menos dolorosa, es el aprendizaje a través de la formación. Encontrarás muchos cursos, másteres y libros que te podrán ayudar a mejorar. Este blog que estás leyendo es una de esas vías, que pretende complementar el libro “Un Project Manager viene a visitarte. Guía de supervivencia para Jefes de Proyecto” que ha escrito quien estas líneas suscribe. El libro desarrolla los aspectos básicos de una manera detallada. Sin embargo, hay temas complementarios casi infinitos, que prefiero tratar de una manera más dinámica y desenfadada.
¿Y yo cómo he aprendido como sé? Pues por ambas líneas.
En primer lugar, la formación en Proyectos forma parte de la formación académica de los ingenieros. Sin embargo, al menos los programas de estudios clásicos, estaban orientados a enseñar los aspectos técnicos y formales de un proyecto, no a cómo dirigirlo.
Así que, cuando salíamos de la Universidad a la calle, estábamos perfectamente preparados… para fracasar, ya que nadie nos había enseñado nada. Ahí empezaba el aprendizaje “directo”, teniendo que dirigir a los mismos equipos de los que tenías todo que aprender. ¿Cómo es posible que, en un plan que tenía del orden de 40 asignaturas anuales (10 meses cada una) y seis años de duración mínima nadie te enseñara cómo dirigir un proyecto? Para reflexionar.
Muchos años más tarde -unos 20- aprendí que había todo un cuerpo doctrinal que yo conocía tangencialmente, pero no de forma directa. Ahí es donde comencé mi aprendizaje formal, que certifiqué mediante la obtención del PMP en 2019.
Acabo este primer episodio: los aspectos formales del PM los puede enseñar cualquier profesor con cierta preparación. Sin embargo, la transmisión de las experiencias vitales, amigo mío, es otra cosa. Eso sólo te lo puede enseñar quien las ha vivido. Y, permíteme una pequeña falta de humildad, experiencias he vivido muchas. Y muy interesantes.
Si has llegado leyendo hasta aquí, te invito a compartir conmigo este viaje de descubrimiento y revelación que pretendo sea este blog.
¡Gracias!